28 de abril de 2010

Comunicación Efectiva (II)

José Luis Ortiz*

Se ha dicho que la pluma es más poderosa que la espada. Las palabras y las emociones descargadas en ellas pueden tener un impacto mayor que cualquier arma. Las palabras pueden cambiar rumbos de empresas, de vidas, de gobiernos, de sistemas económicos, etc.

Muchos de los grandes líderes a través de la historia se han caracterizado por haber sido grandes comunicadores. La comunicación tiene una función trascendental en nuestra relación de pareja, determina el tipo de nexos que tengamos con nuestros hijos y, en general, influye en nuestra capacidad para relacionarnos con los demás. A nivel empresarial, la capacidad para comunicarse asertivamente es parte fundamental del buen funcionamiento de una organización y juega un papel preponderante en las actividades diarias de la compañía: Las ventas, la atención al cliente y a los proveedores, la delegación de las responsabilidades, el proceso de negociación y el desarrollo de reuniones y planes de trabajo.

Los líderes deben cultivar el arte de la comunicación: ser excelentes oradores y estar convencidos de lo que desean comunicar, ya que lo que verdaderamente convence es la convicción. La firmeza en ideas es la que da la fuerza a las palabras. La pasión auténtica no se puede simular. Podemos afectar, sensibilizar y conmover a la gente con palabras cargadas de emoción con una intensidad y efectividad significativamente mayores, que con solo palabras.

Una persona puede tener en mente grandes ideas, conceptos y proyectos; pero si no tiene la competencia para expresarlos claramente, entusiasmar, persuadir e influir a quienes lo escuchan, estará anulada. Los grandes líderes de la historia han sido capaces no solo de definir objetivos, sino también de saber venderlos, teniendo como premisa básica, que esto puede lograrse solamente si ellos mismos están convencidos de las metas planteadas. Los líderes seducen con ideas y trato a sus colaboradores. La seducción consiste en atraer, conquistar y convencer a los demás haciéndolos sentir los orgullosos de su propia participación y no en imponer o dar órdenes.

Para desarrollar la habilidad de la comunicación efectiva, los líderes deben estar conscientes de que deben practicar a diario: para desarrollar el estilo, la viveza y las emociones que descargarán en las palabras adecuadas para lograr sus objetivos, aprovechando cualquier oportunidad en las reuniones familiares o de amigos, en las juntas de trabajo, en las conferencias y seminarios, etc., de participar activamente, externando opiniones, sugerencias y argumentos con claridad, soltura y entusiasmo.

Se requiere leer más para poder decir más y se requiere mucha práctica para poder comunicarse de forma efectiva; adquirir y usar nuevo vocabulario, para emplear las palabras adecuadas al expresar las ideas. En el lenguaje de las computadoras se establece: “Si nada entra, nada sale”. Por lo que debe contar con múltiples entradas como lecturas, experiencias, viajes, diálogos, conferencias, conciertos, contacto e interrelación con gente diversa, que le sensibilice, afecte y conmueva en la experiencia diaria de la vida, la gente, las empresas, las instituciones, etc. Podemos así aplicar, de esta forma, la frase célebre de Neruda: “Quien no lee y no viaja, no vive”.

En la Misión 2015 del Tecnológico de Monterrey, como parte del perfil del alumno y del egresado se establece: La comunicación efectiva en español e inglés (Tecnológico de Monterrey, 2005). Valdría la pena documentar lo hecho hasta ahora para analizar si realmente lo estamos logrando.

Este trabajo presenta una estrategia que emana del compromiso institucional con la congruencia entre lo que decimos y lo que hacemos, parte esencial del comportamiento ético.


*Director de la Carrera de Ing. Mecánica, ITESM Campus Querétaro, jlortiz@itesm.mx

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