28 de abril de 2010

Comunicación Efectiva (I)

José Luis Ortiz*

Tuve la oportunidad participar la semana pasada en el 7° Congreso Internacional de Educación Superior en La Habana, Cuba. En este evento, uno de los más importantes del mundo, estuvieron presentes varios ministros de educación de países como Venezuela, España, China y Cuba con la participación de miles de delegados de más de veinte países. El siguiente texto constituye un resumen de la ponencia que presenté en el Taller de Pedagogía.

El American Board of Engineering and Technology (ABET) establece como una de las competencias genéricas relevantes en los graduados de las carreras de Ingeniería, “la habilidad para comunicarse de forma efectiva”.

Si con la educación se pretende que un estudiante egresado de una carrera de ingeniería:

* Sea un buen líder en su familia, empresa o sociedad.

* Aumente su influencia, prestigio y habilidad para lograr que las cosas se realicen.

* Despierte entusiasmo entre la gente, lo cual constituye la base fundamental para un cierre de ventas, el trabajo en equipo efectivo y la consecución de logros que les lleve a una vida satisfactoria, plena y feliz.

Entonces la mayoría de los estudiantes de ingeniería en México necesitan sobreponerse a ciertas actitudes limitantes, que llegan incluso a considerar “naturales” y que entorpecen su desempeño en la vida.

Una de las actitudes limitantes más poderosas que existen es el temor. En muchas ocasiones, aquello a lo que se teme carece de bases y no es más que una mentira con apariencia de realidad. No obstante este temor es tal que puede llegar a provocar parálisis. Hablar en público es un buen ejemplo de esto y se encuentra a la cabeza de la lista de los mayores temores del ser humano, incluso por encima del temor a la misma muerte; a tal grado que cuando se le pide a alguna persona que exprese algunas palabras ante un auditorio, llega a pensar o a decir: -“me quiero morir”, dicho de otra manera: tal pareciera que prefiriese morir antes que hablar.

El adiestramiento y perfeccionamiento de los estudiantes como oradores puede servirles en los negocios –y en la vida–, más que el conjunto de todas las demás cosas que hayan estudiado, porque elimina la timidez y la falta de confianza en ellos mismos y les procura el valor y el aplomo para tratar con la gente.

Sabemos que el mando generalmente corresponde a la gente que puede ponerse de pie y decir lo que piensa.

Pensar y expresar las ideas con claridad, efectividad y soltura, tanto en conversaciones familiares, de amigos, de negocios, así como ante grupos más numerosos, es tal vez la habilidad más preciada del ser humano.

¿No sería importante entonces que en nuestras universidades se dediquen cursos y esfuerzos para desarrollar y asegurar la competencia más apreciada entre todas, independientemente de las profesiones a las que se vayan a dedicar las personas?

Una de las grandes experiencias de la vida es la de ejercer el liderazgo: el tener y aprovechar la oportunidad de influir en la gente: en sus ideas, en su trabajo y hasta en sus vidas. Todos somos vendedores, no solo de imagen, productos o servicios; sino también de ideas. Así los diferentes líderes tienen necesidad de transmitir sus objetivos para sumar a los demás en sus proyectos, informar eficazmente, persuadir, influir en la forma de pensar de las personas.

Una equivocación del líder tiene consecuencias exponenciales. W. Edwards Deming, uno de los precursores del Milagro Japonés, determinó que las fallas de calidad es deben en un 85% a los líderes y sólo en un 15% a los trabajadores. Se dice además que un líder es 50% lo que piensa y un 50% cómo lo expresa; por lo que podemos inferir que la comunicación efectiva del líder constituye un factor de muy elevado impacto en el éxito de las organizaciones.



*Director de la Carrera de Ing. Mecánica, ITESM Campus Querétaro, jlortiz@itesm.mx

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