15 de diciembre de 2008

Tarea: "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas"

Tarea

Nombre del Alumno: J. Guillermo Dorantes G.


Análisis reflexivo del libro

De nuevo hago la lectura de un libro de motivación, autoayuda, guía para la vida o como se le quiera llamar. De nuevo admito que estos libros no figuran entre mis favoritos, sin embargo, este libro me llamó la atención. A diferencia del libro “La vaca”, que me dio sólo una ligera buena impresión sobre este tipo de libros y cuyas enseñanzas me parecieron útiles pero algo obvias, el libro de Dale Carnegie me interesó desde el principio. Es un libro muy simple y fácil de leer, pero las lecciones escritas en este libro son tantas y tan valiosas que de verdad me sorprendí al ver que un libro de este género, que yo honestamente menosprecio, me incitara a la reflexión e incluso al cambio.

Leyendo a Carnegie notaba varios hábitos para tratar con los demás que en realidad no hacen más que limitar mi crecimiento como una “persona de gentes”. Al fin y al cabo, como yo ya suponía y había escuchado, pero que confirmé al leer el libro, la forma en que me ven las personas, en que soy apreciado, la forma en que proyecto lo que soy a los demás es la forma en que los trato. Mi manera de usar mis habilidades sociales con las personas es la forma en que me verán, no importa que lea mucho, que hay viajado, que sepa innumerables conocimientos, si nada de esto está reflejado en mi manera de comunicarme, relacionarme, reconocer a los demás, entre otras habilidades, no sirve de nada. No soy nadie.

Mientras leía el libro, entendí cómo es que el recibir atenciones de las personas, llámese amistad, cooperación o simple simpatía está en función de mi capacidad de ser recíproco en estas atenciones. Los hombres podemos lograr cosas asombrosas, pero si lo intentamos solos no llegaremos muy lejos.

De este libro, uno de los aspectos que encontré más agradables fue la división del mismo en partes que engloban pasos para mejorar nuestras relaciones humanas. Simplemente es brillante la idea de reducir los secretos de un tato más efectivo y provechoso con otros humanos a una clasificación de cuatro partes de las cuales nacen capítulos que extienden una idea pequeña pero tan concreta como por ejemplo: “Haga que la otra persona se sienta importante. Y hágalo sinceramente”. Excelente. Formas de lograr el éxito contadas de una manera amena y concreta. Este libro no es nada rebuscado, sólo da consejos, e incluso nos dice cómo aplicarlos a nuestra vida diaria.

Lo anterior me lleva al punto que me gustó más del libro (aunque a algunos amigos les desagradó sobremanera): la inclusión de numerosos ejemplos. Todo el libro se vuelva en plantear una idea en un párrafo de cada capítulo, y luego desarrollarlo a base de ejemplos. ¡Fantástico! El libro no plantea cuestiones teóricas complejas sobre cómo la ética, el sentido común y la consideración por los demás lleva a una relación ganar-ganar con todos. No, el libro muestra con ejemplos aplicables a todo tipo de problemas de comunicación con los demás, desde el empresario que busca llegar a un acuerdo con sus empleados, el vendedor que intenta conseguir más clientes, hasta los padres que no logran hacer que sus hijos sigan los consejos que les ayudarán a desarrollarse como personas de bien. He leído algunos artículos sobre ética en las relaciones humanas, pero ninguno tan fácil de entender como el libro de Dale Carnegie. Ninguno tan práctico. Para asuntos de ética, no hay peor manera de intentar comunicar una idea que usando la abstracción y la saturación de conceptos. Con ejemplos como los de este libro, la lectura queda encaminada a que recreemos situaciones familiares en las que las ideas del libro nos sean de utilidad. Pronto, sabemos desarrollar nuestros propios ejemplos (el famoso “si yo hubiera”). Al final, es natural utilizar las estrategias de Carnegie para tratar con los demás.

Siempre estamos conviviendo con personas, los humanos nos necesitamos porque no somos buenos para todo, siempre hay alguien que puede hacer algo mejor que los demás, estas fortalezas únicas enriquecen la sociedad, y nuestro éxito está en función de cómo podamos hacer que cada persona con la que tratemos nos permita recibir de ellas los frutos de estas fortalezas. Existen varios ámbitos en los cuales las relaciones humanas son necesarias, para efectos del trabajo, abordaré cuatro: Personal, familiar, social y profesional.

Personal

Lo personal es lo que no es importante a nosotros solamente, es lo que buscamos para nosotros, aunque suene egoísta. Y es precisamente por este cariz egoísta que el aspecto personal de nuestra vida se ve muy beneficiado con la aplicación de los conceptos del libro. Durante todo el libro se nos mencione, en resumidas cuentas, una sola cuestión: piensa en el otro antes que en ti mismo. Las necesidades, sentimientos, metas de los demás deben consideradas primero que las propias. Sí, estoy hablando del aspecto personal pero aún así para nuestras necesidades personales, considerando las de los demás podemos mantener una estrategia que nos lleve a nuestras metas mientras ayudamos a otros a lograr las cuyas. Eventualmente esto trae beneficios, incluso metas nuevas que se vuelven nuestras al interesarnos por los demás.

Familiar

La vida familiar nos forma, determina cómo somos y se convierte en un “punto seguro” al cual regresamos cada día. La familia es el núcleo social más importante al que pertenecemos, es donde en mi opinión, de verdad contamos con “aliados”, tenemos apoyo incondicional, somos indispensables. Sin embargo, son las relaciones familiares las que más a menudo descuidamos al punto de llevarnos a situaciones irreconciliables. Es aquí cuando las técnicas expresadas en la parte del libro referente a agradar a los demás cobran suma importancia.

El desgaste físico y emocional que nos causa nuestra vida diaria hace que no consideremos importante mantener una buena relación con la familia, ésta ya la damos por sentada. No es así, necesitamos mantener esta buena relación y mejorarla incluso. No nos sirve tener una espléndida relación con nuestros compañeros de trabajo y demás si descuidamos a nuestra familia. Por esto, técnicas simples como sonreír, hablar de los intereses del otro y hacer que se sientan importantes de forma sincera, son caminos obligatorios para estar completos. Estoy de acuerdo con la idea que sostiene Alejandro Jodorowsky, la idea de que nosotros somos el resultado de toda la experiencia acumulada de nuestros familiares mayores; por ende, quienes nos sucedan (no sólo nuestros hijos) serán resultado de lo que seamos nosotros. Si somos una familia unida por el arte de tratar con las personas, somos una familia fuerte, una familia hermosa.

Profesional

La vida profesional, como ya sabemos, no depende sólo de nuestros conocimientos en cierta área de especialidad, sino de la forma en que nos adaptamos con las personas de diferentes entornos de trabajo. La vida profesional está determinada por las relaciones personales, trabajamos rodeados de subordinados, superiores, colegas, clientes, proveedores, en fin, estamos en constante convivencia con personas que buscan desempeñar su trabajo y que esperan que nosotros hagamos lo mismo.

Las relaciones laborales pueden verse como cadenas de favores, favores legales claro. Favores que se hacen entre extraños la mayoría de las veces. Un ambiente laboral no siempre es cortés, es muy competitivo, pero utilizando técnicas de convencimiento, para agradar a las personas, para darles importancia a los demás y para convertirnos en centros de atención profesional como las que se mencionan en el libro, hacemos que la cadena de favores nos beneficie. Muchas de estas técnicas significan dar cortesía en su nivel más básico a cambio de contratos, ascensos, recomendaciones, en fin, mejores oportunidades.

Social

En realidad, las relaciones sociales rigen los aspectos anteriormente mencionados. Somos seres sociables por la dependencia que ya mencioné. Las técnicas de Carnegie, según he descubierto, se basan en esta dependencia, pues buscan crear conexiones honestas entre personas para facilitar la cooperación entre éstas. Implementamos las técnicas de Carnegie a nuestra manera de relacionarnos con los demás y nos convertimos en personas que consiguen lo que desean porque saben influir de forma positiva en las personas.

Al final de la lectura, me siento un poco más sabio, he adquirido conocimientos que me hacían falta, ahora empezaré a aplicarlos al relacionarme con los demás. Este libro me dejó más convencido que el del período anterior, ahora de verdad siento que tengo un conocimiento que puedo utilizar, mi cabeza está llena con las ideas de Carnegie. Son ideas sencillas, útiles, poderosas.

EXPERIENCIA PERSONAL

Hace unos pocos días, platicando con un amigo, sentí cierto resentimiento de su parte hacía mí, como si algo de mi actitud lo fastidiara. Normalmente procedo en este tipo de situaciones con mis amigos cercanos a bromear y discutir sobre quién es el que está realmente equivocado mientras intento quedarme en la cima. De vencer demostrando que mi amigo tiene escaso valor.

No en esta ocasión, llevaba ya leídos unos capítulos del libro y decidí obrar de acuerdo a lo que recordaba.

Ya que sólo se gana una discusión cuando no existe una, decidí no discutir, moderar mi mal genio y dejar que mi amigo hablara más que yo, me convertí en un buen oyente a pesar de que lo que decía era muy hiriente para mí, después de todo, es mi mejor amigo. Cuando yo hablaba, lo hacía para admitir mis errores, a los dos errores; al haber admitido dos errores, mi amigo suavizó el tono de su voz. Entonces empecé a hacer comentarios como “entonces no te gustó que hiciera eso porque para ti fue…” o sea, me puse en su lugar lo más sinceramente posible que pude, pues aunque lo conozco desde hace años me es difícil entenderlo por completo. Le pedí que me dijera cómo podría mejorar, y a la vez que me decía maneras de cambiar por actitudes mejores, le preguntaba si sentía que esas actitudes en ocasiones las mostraba él. Poco a poco lo fui llevando de decir unos cuantos “Sí, sí”, a que me confesara que mis actitudes negativas le molestan porque él también las presenta y ve reflejados sus malos hábitos en mí y no quiere eso en su mejor amigo.

Al final, entendí el punto de vista de mi amigo, lo llevé a reconocer que la culpa no era toda mía y, lo más importante, evité una discusión que pudo lastimar una amistad de más de doce años.

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