15 de diciembre de 2008

Necesitamos formar empresarios

José Luis Ortiz
Director de la Carrera de Ingeniería Mecánica,
ITESM Campus Querétaro,
jlortiz@itesm.mx


Uno de los factores que determinan la calidad de vida del ser humano y de la sociedad, es la riqueza que generan y el uso racional que de ella se hace para elevar sus niveles de confort, bienestar y prosperidad. La riqueza generalmente se encuentra asociada con productividad en el trabajo e incide en el nivel de servicios que puede ofrecer el gobierno, la seguridad, la estabilidad económica, etc.

Sin el afán de lucro, sin la voluntad de competir y sobresalir, las personas no consiguen prosperar. El afán de lucro impulsa la creación de riquezas. ¿Cómo aspirar a niveles de confort y prosperidad que caracterizan a las naciones desarrolladas, si se renuncia al resorte psicológico que mejor las propicia? Se contribuye a crear una cultura empresarial intensa, competitiva, ambiciosa e innovadora; estimulando en las personas el deseo de sobresalir y reconociéndoles todos los méritos cuando han logrando triunfar y hacer fortuna. Todos los países desarrollados, que gozan con niveles elevados de bienestar, son democracias con economías de mercado, abiertas a la creatividad que alientan la competencia y la competitividad empresarial y personal.

La pobreza puede erradicarse, como lo han demostrado países como Corea del Sur, e Irlanda, mediante la suma sencilla de políticas públicas, un enérgico esfuerzo en materia educativa, legislación adecuada y un sosegado clima político, económico y social que propenda la creación de riquezas, estimulando el ahorro y la inversión. Las sociedades que han combatido con mayor éxito la miseria, son las que han abierto paso al mercado, la globalización y la competencia. Hoy sabemos que la miseria no se combate dando de comer al hambriento, de beber al sediento o de vestir al desnudo; hay que crear las condiciones educativas y laborales para que las personas puedan valerse por sí mismas. Es momento de aprender, que en lugar de condenar el ambicioso espíritu de las empresas y de las personas, debemos fomentarlo y en lugar de censurar a aquellos que limpiamente se enriquecen, debemos aplaudirlos y aprender de ellos.

La educación en la principal necesidad del tercer mundo. De acuerdo con John F. Kennedy, en su frase célebre “Nuestro progreso como nación, no puede ser más veloz que nuestro progreso en educación”, se encierra el sentido de la esencia de la educación de calidad en el desarrollo de las naciones.

La riqueza no es generada por el gobierno, el gobierno generalmente la gasta, y en el mejor de los casos la invierte en obras de beneficio social. Son los empresarios los que generan la riqueza que propicia el bienestar de una sociedad o país. A ellos se les debe en gran parte, si no es que todo, el desarrollo de una economía; son ellos los verdaderos artífices de la producción, el empleo y el nivel de desarrollo de un país.

México ha necesitado y necesita empresarios, con competencias para generar riqueza con y a través de otros - los trabajadores - en una verdadera alianza para el progreso. Sin embargo, en México existen muy pocas instituciones educativas que tengan la misión de formar empresarios. Podemos entender como empresario al individuo que es capaz de tomar iniciativas propias, evaluar la factibilidad de proyectos, ponderar los riesgos, detectar las oportunidades de negocios, generar bienes y servicios para obtener utilidades; con las competencias necesarias para crear y desarrollar entidades productivas competitivas que sean socialmente responsables, - generar riqueza por medios lícitos y éticos -.

Las empresas deben cumplir, en cualquier parte del mundo donde tengan actividad, con los estándares y derechos laborales y medioambientales que aseguren que esa actividad de la empresa tenga un impacto positivo en la población. Esto es lo más importante que puede hacer cualquier empresa que quiere contribuir a un mundo más justo y sostenible; mucho más que realizar una aportación económica a una ONG para que realice una acción social.

Las escuelas y universidades públicas que se han constituido en nuestro país no fueron diseñadas para formar empresarios. Algunas escuelas del siglo antepasado estaban diseñadas para que los alumnos aprendieran a leer, escribir y “hacer cuentas”. Así los hacendados podían disponer de gente “educada” para llevar la administración de la hacienda. En ese tiempo nunca se pensó en que la educación pudiera servir para formar nuevos hacendados, rancheros o buenos comerciantes.

Con la Revolución Mexicana, el Estado fundó escuelas para formar a los cuadros técnicos que harían realidad el proyecto estatal. En otras palabras, el Estado requería burócratas educados que coadyuvaran al proyecto socialista de la Revolución Mexicana. Por eso es que Lázaro Cárdenas inscribe en 1932, en el artículo tercero, que “la educación que se imparta en México debe ser de carácter socialista”. De esta manera se revelaba la filosofía que habría de orientar a la educación en México: la de formar burócratas. La educación básica, por otra parte, fue concebida para controlar ideológicamente a la niñez y no para iniciar en ella el germen de su formación empresarial.

El burócrata es la antítesis del empresario. Un burócrata no toma decisiones más allá de las que el jefe, el estatuto o la ley le permita, en el mejor de los casos. Normalmente, recibe instrucciones de lo que debe hacer y a cambio recibe su sueldo cada quincena. El único riesgo que asume el burócrata se reduce a perder el trabajo si no cumple cabalmente sus tareas, lo cual casi nunca sucede.

Generalmente, las escuelas y universidades públicas continúan con la filosofía de formar empleados. Basta preguntarle a un egresado de estas instituciones qué hará después de recibir su título y la respuesta es inmediata: “buscaré trabajo”. Algunos también dirán que quieren estudiar una maestría porque el gobierno les otorgará una beca. La gran mayoría quiere un trabajo, buscan a un patrón que les garantice las quincenas. Pero no habrá trabajo si no se incuban y prosperan nuevas empresas, México requiere empresarios comprometidos con su patria, que generen ese empleo y riqueza que tanto necesitamos para aspirar a elevar nuestra calidad de vida.

Existe una relación entre la fuga de cerebros, de capitales, de mano de obra cualificada y los bajos niveles de renta, cuando los gobiernos adoptan medidas “revolucionarias” como las expropiaciones, la economía centralmente planificada o la mayor participación del estado en las actividades económicas del país, en las que se inhibe la vocación empresarial.

Para que nuestro país pueda ubicarse en el futuro inmediato, dentro del contexto de los países protagonistas del Siglo XXI, requiere de más empresarios y con mayores competencias. Por ello hoy, tenemos que emprender un esfuerzo sin precedentes, impulsados por la ambición legítima de ser una de las grandes naciones que escriban la historia de este siglo.

La decisión es nuestra, el futuro será el que nosotros elijamos.

Necesitamos formar empresarios, J.L. Ortiz, artículo publicado en el Periódico "El Financiero", Año XXVI No. 7290, Sección Economía, p. 8B, lunes 9 de abril de 2007. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.