15 de septiembre de 2012

La mayoría de las universidades mexicanas reprueba en Oratoria



La mayoría de las universidades mexicanas reprueba en Oratoria

José Luis Ortiz

“La facultad de comunicarse con los demás de manera efectiva
 y obtener así su cooperación, es un capital que poseen los triunfadores.”
Henry Blackstone


Salvo contadas excepciones que confirman la regla, el Sistema Educativo Mexicano reprueba en Oratoria, ya que generalmente no se fomenta el desarrollo de las habilidades de comunicación, la discusión y el debate entre los estudiantes mexicanos. Con el paso del tiempo se han eliminado de los planes de estudios de la educación media superior y no se han incluido en la mayoría de los de carreras profesionales, materias tan básicas y útiles como la Lógica, cuyas aplicaciones nos permiten tener un buen planteamiento inquisitivo, argumentación, diálogos, deliberaciones, etc., y menos aún se considera a la Retórica como elemento sustancial del liderazgo, a pesar de que aceptemos que todo líder es 50% lo que piensa y 50% cómo lo expresa. De esta forma, muchos jóvenes terminan sus estudios universitarios sin saber expresarse en público; sin la habilidad para argumentar, opinar, exponer o defender una idea ante personas o un público especializado o no. Las limitaciones en el lenguaje hablado, se manifiestan también en el lenguaje escrito: deficiencias en la redacción, en la gramática, en la ortografía, que inciden de forma definitiva en la competencia más preciada por el ser humano: la comunicación.
Todo lo anterior, naturalmente tiene efecto sobre la forma en la que las personas se relacionan con su entorno, en su autoestima, en sus niveles de consciencia, en la capacidad de acción, en sus logros y en su estilo de vida.
Se ha dicho en el lenguaje de las computadoras: “Si nada entre, nada sale”. Si los estudiantes no desarrollan el hábito de la lectura, de la reflexión, análisis y síntesis de textos y no documentan por escrito lo que piensan, mediante el estímulo de la lectura, difícilmente podrán expresarse de forma oral y como consecuencia su lenguaje no verbal presentará también serias limitaciones.
Una de las formas más efectivas para el desarrollo de una buena comunicación es el debate; porque una idea que merezca la pena, debe soportar las preguntas difíciles. Los grandes filósofos griegos, debatían sobre los grandes misterios de la vida ante la expectación  de la gente. Esta poderosa herramienta se aprovecha muy poco en las instituciones nacionales de educación superior, ya que apenas se permite y menos aún se promueve la participación activa de los alumnos a través del cuestionamiento, la confrontación de ideas, el debate documentado y formal, etc.
El hablar y escuchar bien es un arte que se aprende, pero debemos estar conscientes que para aprender, debemos querer aprender, lo cual involucra: aprender a aprender y aprender a desaprender. Este juego de palabras se basa en lo que ha llamado Covey: Ser proactivo, ser dueño de su vida y de sus actos y querer verdaderamente dejar un legado sin pasar de largo por la vida sin influir en las personas: en sus trabajos, en sus relaciones con los demás y hasta en sus vidas. Este poder de influencia es la esencia del liderazgo.
Descubrimientos recientes en Programación Neurolingüística e Inteligencia Emocional, han logrado técnicas de resultados sorprendentes y que pueden convertir a una persona normal en un excelente comunicador y orador. Con la comunicación integral se trasmiten conocimientos, sentimientos y principios de una persona. Los oradores que proyectan sentimiento y emociones conmueven de una manera espectacular a sus oyentes. Una de las actitudes limitantes más poderosas que existen es el miedo. En muchas ocasiones, este miedo carece de bases y no es más que un mito con apariencia de realidad. No obstante esta emoción es tal que nos puede paralizar. Hablar en público es un buen ejemplo de lo anterior y se encuentra a la cabeza de la lista de los miedos del ser humano, incluso por encima del que se tiene a la misma muerte; a tal grado que cuando se le pide a alguna persona de diga algunas palabras ante un auditorio llega a expresar: –“me quiero morir”, o lo que es lo mismo: prefiere morirse antes que hablar.
El adiestramiento y perfeccionamiento de los estudiantes en Oratoria, seguramente les será de gran valor en los negocios –y en la vida–, incluso puede ser de mayor aporte que el conjunto de todas las demás cosas que hayan estudiado. ¿Por qué? Porque les permite eliminar la timidez y la falta de confianza en ellos mismos y les procura el valor y el aplomo para tratar con la gente. Sabemos que los puestos de liderazgo en una empresa u organización, generalmente corresponden a quienes pueden ponerse de pie y decir lo que piensan con claridad, aplomo y soltura; tanto en conversaciones familiares, de amigos, de negocios; así como ante grupos más numerosos.
Es bien conocido que el personal mejor pagado, aún en áreas tan técnicas como la ingeniería, no es el que más conoce de ingeniería, sino aquel que además de disponer de conocimientos técnicos, tiene la competencia para expresar sus ideas, despertar entusiasmo, ser persuasivo y tener influencia en los demás.
¿No sería importante entonces que en nuestras universidades se dediquen cursos, talleres, seminarios, concursos, se organicen grupos estudiantiles y se dirijan esfuerzos para desarrollar y asegurar la competencia más apreciada entre todas, independientemente de las profesiones a las que se vayan a dedicar las personas?
Cuando las universidades mexicanas, ante las tendencias en la globalización, enfrenten la competencia de instituciones extranjeras en cuya cultura de origen se fomentan la oratoria, el debate, la lectura, el ensayo, el teatro, etc., y egresen de ellas líderes completos, que se posicionen y ocupen paulatinamente los puestos clave, es posible que reaccionen fomentando el desarrollo de habilidades de comunicación como elemento clave en el desarrollo de personas, grupos y sociedades. Más vale que sea tarde que nunca, aunque de esta forma es difícil competir. Si nuestra competencia va un paso adelante de nosotros, estaremos condenados a la dependencia y por lo tanto al subdesarrollo. La decisión es nuestra, el futuro será el que nosotros queramos, porque en lo que se conviertan nuestros hijos y alumnos, será el resultado de lo que hagamos o dejemos de hacer.



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