27 de agosto de 2010

Analfabetismo espiritual (I)


Por: José Luis Ortiz*

Los individuos de todas las razas, nacionalidades y credos reclaman incesantemente formas de convivencia armónica, justa y respetuosa. Es una aspiración legítima a la que todos tenemos derecho, pero que muy pocos gozan. El tema "Educación en Valores" ha constituido a través de la historia una de las preocupaciones de los filósofos y pedagogos, como una alternativa para dar respuesta a los problemas que plantea la convivencia social y el crecimiento sano y equilibrado de una familia, comunidad o país. La "formación" o "educación moral" emerge en la actualidad como una necesidad en la búsqueda de la concordia y el bienestar de las sociedades de todo el mundo.

Existe una serie de valores, de los cuales el ser humano debe tener plena conciencia y necesita cultivar para lograr un desarrollo armónico que le permita constituirse en un motor impulsor del desarrollo sustentable de su comunidad; contando además, claro está, con una preparación académica sólida y actualizada en el campo de su especialidad. Este binomio constituye la esencia del éxito personal y comunitario.

Es importante señalar que el crecimiento desequilibrado de las facultades de los seres humanos conduce al fracaso más rotundo de las civilizaciones. Contamos con infinidad de tristes ejemplos de sociedades en las que sus líderes y representantes han contado con una preparación técnica de excelencia, se rodean por expertos en las diferentes áreas del poder público, y que ostentan innumerables títulos y distinciones; pero que al carecer de la más elemental conciencia del bien ser, del bien hacer, del bien estar y del bien tener, llevan a sus comunidades a las mas terribles depresiones y crisis. Crisis económicas, políticas, sociales; pero sobre todo crisis morales, que debilitan mucho más la conciencia humana, porque la corroen desde adentro, desde su mismo origen. Todo ello porque solo persiguen bienes externos personal como objetivo de sus vidas, como el dinero, el poder y el prestigio, ponderándolo por encima de los bienes internos como el cumplimiento de metas que den sentido a sus vidas a través del servicio a los demás.

Especialmente, hay un valor que constituye una de las piedras angulares del liderazgo positivo; pocas veces se le menciona, y es no obstante, el más importante: el amor. El amor a Dios, a la patria, a la familia, al semejante, a la tarea o actividad que se desempeñe, al servicio; el cual puede percibirse en cada actividad que realizamos, en cada actitud que tomamos; se refleja en lo que hacemos, se hace parte de nuestra existencia, constituye en sí, el pilar de la excelencia.

Los jóvenes que no saben trabajar, al no hacerlo con amor, son tan desdichados como los que no saben divertirse, realmente no son jóvenes. El tiempo es lo único irreparable; mientras el holgazán no tiene tiempo para hacer algo de provecho, al laborioso le sobra para realizar todo lo que planea.

Podemos reflexionar sobre los principales valores éticos, religiosos, sociales, etc. deseables en el individuo; necesarios para que permanezca joven; al hacerlo, advertiremos que sin el amor, todos ellos pierden gran parte de su esencia; con él, el hombre se mantiene vivo, lleno de esperanza y energía vital.

El amor se distingue por el rasgo propio de aquilatar el bien como un factor importante de la acción, en tanto que en ausencia del mismo se persigue el "bien" personal como meta y justificación de todos los actos, fuente de un gran número de contradicciones y problemas a través de la historia, exacerbados en tiempos presentes por la ola de hechos de corrupción, ineficiencia y delincuencia que azota a nuestra sociedad mexicana, generada precisamente por esa falta de valores humanos. Pese a los fracasos, cuando existe amor, se es idealista y nunca se pierde la llama de la fe.

El amor a nuestra misión, nos hará adoptarla con respeto y responsabilidad, a no abandonar nuestros ideales, a no claudicar, porque no hay fuerza mas poderosa que el amor. El amor nos impulsa a ser congruentes hasta el fin, a pesar de que la adversidad nos circunde. Cuando se ama se quiere dar lo mejor de nuestras ideas, de nuestros logros, de nuestro ser por lo que amamos.

*Profesor, investigador, escritor y conferencista. Director de la Carrera de Ingeniero Mecánico Administrador, ITESM Campus Querétaro, jlortiz@itesm.mx

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