15 de octubre de 2009

Equilibrio y Productividad*

José Luis Ortiz**

El Ejército de los Estados Unidos ha descubierto después de varias pruebas que hasta hombres jóvenes –endurecidos por los años de entrenamiento militar– pueden marchar mucho mejor y resistir más tiempo si se quitan la mochila y descansan diez minutos cada hora. Por lo tanto, el Ejército los obliga a hacerlo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, desde los sesenta y tantos años hasta los setenta y tantos, podía trabajar dieciséis horas por día, año tras año, dirigiendo el esfuerzo de guerra del Imperio Británico, Un récord fenomenal. ¿Su secreto? Trabajaba en la cama todas las mañanas hasta las once, leyendo informes, dictando órdenes, haciendo llamadas telefónicas y manteniendo importantes conversaciones. Después del almuerzo volvía a la cama otra vez y dormía durante una hora. Al atardecer se iba nuevamente a la cama y dormía un par de horas antes de cenar a las ocho. No curaba la fatiga. No tenía que hacerlo. La prevenía. Como descansaba con frecuencia, estaba en condiciones de seguir trabajando, fresco y en buen estado hasta bien pasada la medianoche.

Dale Carnegie

Cuando realicé mis estudios doctorales en España, a las 7 de la mañana realizaba alguna actividad deportiva para ingresar a mis labores habituales a las ocho. Fue inicialmente extraño para mí, que a las 10:30 de la mañana pasaran mis compañeros y maestros por mí al laboratorio en el que generalmente realizaba mi trabajo experimental para invitarme a tomar y comer algo en la cafetería de la universidad. Nos tomábamos alrededor de media hora entre la charla y la alimentación y volvíamos al trabajo a nuestras respectivas áreas hasta las dos de la tarde. Después caminaba a casa alrededor de diez minutos para tomar el almuerzo en compañía de mi esposa e hijas en la que conversábamos alegremente sobre lo sucedido durante el día, tomaba una siesta de 15 a 20 minutos y regresaba nuevamente caminando para reiniciar actividades de cuatro a seis de la tarde. No pasó mucho tiempo para advertir que mi trabajo era más efectivo de lo que había sido en México con jornadas continuas. Pero lo más notable era que no llegaba cansado a casa como antes y tenía el entusiasmo y energía para realizar diversas actividades deportivas, sociales, familiares, etc. hasta la media noche. Ahora, he descubierto que la productividad promedio de los trabajadores en España es superior a la de los mexicanos promedio, con el mismo número de horas diarias de trabajo. No se trata de cansarse y recuperar la energía durante el descanso, se trata de no perderla nunca. No se trata de trabajar más, sino de ser más efectivo en el trabajo.

Es fundamental para todos equilibrar nuestras vidas de modo que entren otras cosas que no sean el trabajo. Esto no solamente produce vidas personales más satisfactorias y plenas, sino que hace que inevitablemente las personas tengan más fuerzas, entusiasmo, puedan concentrarse mejor y ser más productivas en sus trabajos. Es por eso que las empresas bien lideradas, están ya tratando de ayudar a sus ejecutivos y empleados para que introduzcan un verdadero equilibrio en sus vidas.

Si usted desea ser un atleta, tal vez para lanzar jabalina, no solamente se requiere tener un brazo fuerte. Lo que se necesita es que todo el cuerpo sea fuerte. Si usted desea ser una persona más efectiva y por mayor tiempo, debe cuidar el equilibrio en los aspectos: físico, emocional, intelectual, espiritual, familiar, social, profesional, financiero, etc. Para ser un buen líder se requiere de una persona completa.

Algunas veces cuestiono a mis estudiantes sobre su primer objetivo al asistir a la universidad. Frecuentemente me contestan que van a “aprender, a “tener una carrera”, a “prepararse”. Sin embargo casi nunca me declaran que van a “pasarla bien”, a “divertirse”, a “disfrutar”. Les comento que si no hacemos del disfrutar “el aquí y el ahora” una de nuestras prioridades, estaremos reduciendo nuestras vidas a una mera supervivencia. Se ha probado que cuando ponemos nuestro entusiasmo, inteligencia y energía en lo que hacemos, generalmente logramos una mayor efectividad y satisfacción personales. Sin duda, el mayor rendimiento proviene del equilibro entre el trabajo y la diversión. Si no vamos a clase con el firme propósito de divertirnos, seguramente no tendremos el mejor de los aprendizajes y lo que es peor, no estaremos viviendo realmente, por lo menos esos momentos.

Todos conocemos personas muy inteligentes que no logran hacer nada en la vida. Todos conocemos a personas que trabajan mucho pero que no llegan a ninguna parte. La diferencia concreta en capacidad, habilidad e inteligencia entre las personas exitosas y las que fracasan, prácticamente no existe. Sin embargo, aquellas personas que tienen entusiasmo, mantienen el equilibrio en sus vidas, encuentran en el trabajo una diversión y disfrutan lo que hacen; podrán con frecuencia, sobrepasar en logros a alguien más capaz, pero sin la actitud correcta; de tal suerte que en los procesos de admisión de alumnos y personal de las instituciones y empresas modernas, el entusiasmo es uno de los primeros factores a ser considerado.

*Equilibrio y productividad, J.L. Ortiz, artículo publicado en el Periódico “El Corregidor de Querétaro”, 14 de agosto de 2009, p. 9.

** Director de la Carrera de Ing. Mecánica, ITESM Campus Querétaro, jlortiz@itesm.mx

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