20 de mayo de 2010

Educar para la vida


José Luis Ortiz*

Algunas preguntas clave que debemos plantearnos tanto los padres de familia como los profesores son: ¿Estamos educando para la vida o solamente transmitimos información, -instruyendo-? ¿Somos maestros o profesores? ¿Predicamos con el ejemplo o solamente expresamos con palabras lo que más tarde contradecimos con los hechos?

Motivar a nuestros hijos y alumnos a preguntar y enseñarles el cómo hacerlo debe ser parte de la misión de los padres y maestros, y también uno de sus objetivos fundamentales. Para que los educandos hagan suya la frase de Demócrito “Prefiero conocer una causa a ser el Rey de Persia” necesitamos ser interesados: interesarnos sobre los asuntos importantes de la vida, averiguar, aprender, buscar causas y predecir efectos, etc. De esta forma la vida será una búsqueda permanente del conocimiento, la potenciación de talentos y la superación continua. Quien tiene un fin en mente, algo que perseguir, una meta que alcanzar, un objetivo que cumplir, tiene también razones poderosas para vivir y aprovechar al máximo cada instante de su existencia.

En muchos hogares y escuelas nos han instruido para la prosperidad, en el mejor de los casos; pero no nos han educado para tener paz por medio del perdón, la flexibilidad, la tolerancia, la cultura de dar, el respeto, la búsqueda permanente del mejoramiento personal, etc. Sabemos que el ser humano es un ser biológico, sicológico y espiritual y no nos han entrenado para ser felices y productivos. Pocas veces conseguimos una educación integral de excelencia. ¿Por qué nuestro sistema educativo ha fracasado?

¿Cómo educamos a la gente para ser productiva? Cuando un alumno tiene problemas en un área específica del conocimiento, un elevado porcentaje de los profesores aconsejaría proporcionarle asistencia adicional en esa área y en muchos casos la asistencia de un sicólogo que le apoyen en la superación de esas “deficiencias”. No pensamos que si una persona es excelente en un área y deficiente en otra, habría que enviarlo por tiempo adicional y dedicar todos los recursos disponibles para potenciar al máximo sus fortalezas y no machacarle en sus debilidades. Hay una razón de peso para afirmar lo anterior: Ninguna personas puede ser buena en todo. Este es un paradigma equivocado: ¿por qué una persona debe tener notas elevadas en todos sus cursos? ¿Por qué el afán de ser buenos en todo? ¿Cuánto habrá perdido la humanidad por insistir en el paradigma anterior? Por ejemplo, el padre de Miguel Angel quería que el gran artista se convirtiera en contador, si su deseo se hubiera cumplido, la humanidad se hubiera perdido de uno de los artistas más geniales de la historia. Por lo anterior, lo que realmente se requiere es enfocarnos en nuestras potencialidades, en nuestros talentos y dejar de incidir en nuestras debilidades.

Muchas instituciones educativas se encuentran preocupadas por la disminución de los índices de reprobación, la deserción y el bajo nivel de adquisición de conocimientos de los estudiantes. Establecen planes, programas, estrategias y acciones tendientes a atacar la problemática en lugar de aumentar la competitividad de los egresados al educarlos realmente para la vida y no instruirlos para aprobar un examen o demostrar ciertos conocimientos que en muchas ocasiones tienen bajas posibilidades de aplicación. Los padres y profesores debemos ir a la raíz del problema, no tratando de curar con cáncer con aspirinas, no atacando los síntomas sino el origen de la enfermedad. En la mayoría de los casos las enfermedades tienen un origen emocional, mental o espiritual que se generan por falta de bases sólidas de índole formativa y no por falta de conocimientos.

*Director de la Carrera de Ing. Mecánica, ITESM Campus Querétaro, jlortiz@itesm.mx

La importancia del desarrollo de competencias genéricas

José Luis Ortiz*

“Siembra un pensamiento, cosecha una acción; siembra una acción, cosecha un hábito. Siembra un hábito, cosecha un carácter; siembra un carácter, cosecha un destino.”

Séneca

Sabemos que nuestros hijos y alumnos deberán ser personas altamente efectivas para lograr tener una vida plena, feliz y exitosa en un mundo altamente competitivo. Para responder a este desafío, las instituciones educativas hacen cada vez más énfasis en las competencias como elemento medular del diseño curricular. Pero ¿Qué son las competencias? ¿Cuál es la importancia de las competencias genéricas? ¿Cuál es la responsabilidad de la familia y la escuela en el desarrollo de estas competencias?

En los párrafos siguientes podrán despejarse estas cuestiones básicas y tal vez motivar a la investigación de aspectos más profundos sobre esta temática.

Las competencias son características subyacentes de las personas, que se encuentran vinculadas con la efectividad en su desempeño en términos de criterios establecidos.

Nuestras competencias son determinadas por nuestros hábitos. Un hábito resulta de la intersección de conocimientos, habilidades y motivación. El paradigma el conocimiento es el qué hacer y el por qué hacerlo, la habilidad es el cómo hacer y la motivación es el querer hacerlo (Figura). Así, una persona puede tener el conocimiento y la habilidad para escuchar a los demás, pero si no quiere hacerlo, sencillamente no será efectiva.

Los hábitos son pautas consistentes, y a menudo inconscientes que expresan nuestro carácter y generan nuestra efectividad o nuestra inefectividad. Tal desempeño es producto de los conocimientos, valores, habilidades, actitudes y conductas que nos permiten incorporarnos, interactuar con éxito en los ámbitos personal, familiar, escolar, profesional, social, etc. y tener el estilo de vida que nos haga transitar sobre el camino de la felicidad.

Del análisis de estas definiciones puede concluirse que las competencias:

1. Son características inherentes de la persona; una vez desarrolladas, tienden a ser permanecer en ella.

2. Se ponen de manifiesto cuando se ejecuta una tarea o se realiza un trabajo,

3. Están relacionadas con la ejecución exitosa en una actividad, sea laboral o de otra índole.

4. Tienen una relación causal con el rendimiento, es decir, no están solamente asociadas con el éxito, sino que se asume que realmente lo causan.

5. Pueden ser generalizables a más de una actividad (competencias genéricas).


Figura: Hábitos efectivos, tomada del libro: Los 7 Hábitos de la gente altamente efectiva, Lecciones magistrales para el cambio personal, Stephen R. Covey, 1ª. Ed. Paidós, México, 1997, p. 60.


Una competencia es lo que hace que la persona sea, valga la redundancia, "competente" para realizar un trabajo o una actividad y exitoso en la misma, lo que puede significar la conjunción de conocimientos, habilidades, disposiciones y conductas específicas. Si falla alguno de esos aspectos, y el mismo se requiere para lograr algo, ya no se es "competente".

El único activo real que tienen los niños y los jóvenes es su mente, por lo que es muy importante enseñar a nuestros hijos a trabajar para aprender, no para ganar dinero. Ellos deben buscar un trabajo de acuerdo a lo que aprenderán, más que de acuerdo con lo que ganarán. Aprender un poco acerca de mucho, desarrollar las competencias genéricas para afrontar de manera efectiva los retos de un mundo complejo y cambiante como el que vivimos, debe ser el lema de los jóvenes de nuestro tiempo.

Las competencias genéricas son competencias transversales que son transferibles a multitud de funciones y tareas, que hacen que la persona sea flexible y se adapte a diferentes situaciones y dominios. Ejemplos de estas competencias son: el liderazgo positivo, la comunicación efectiva, el dominio y uso adecuado de otros idiomas, la habilidad para aprender por cuenta propia, etc. Las competencias específicas, en cambio son aquellas directamente relacionadas con una ocupación o disciplina y que difícilmente pueden extrapolarse a otros ámbitos.

Mientras más especializado es uno, más atrapado y dependiente es de la especialidad. Desarrollar competencias específicas descuidando las competencias genéricas o básicas, limita enormemente nuestro desempeño personal, familiar, social, profesional y ciudadano. Hoy sabemos que debido a la globalización, las nuevas tecnologías y la alta competitividad de las organizaciones, la persona promedio debe esperar desempeñarse por lo menos en siete áreas distintas a lo largo de su vida profesional. Actualmente, lo único constante es el cambio. Frecuentemente, lo que cuenta no es lo que sabemos, porque frecuentemente lo que sabemos es obsoleto; lo que realmente importa es qué tan rápido se puede aprender.

El enfoque del diseño curricular por competencias permite encontrar la convergencia entre la educación –en la que la instrucción solamente es una parte– y nuestro desempeño en la vida –en el que el aspecto laboral solamente es también una parte–. Esto representa un reto importante en la búsqueda de espacios formativos que permitan a nuestros hijos y alumnos acercarse a los espacios reales e interactuar con ellos.

El desarrollo de competencias genéricas constituye una responsabilidad compartida entre el sujeto, la familia y la escuela. Existe una serie de creencias, actitudes y conductas que impiden u obstaculizan el desarrollo de estas competencias, muchas de ellas generadas por malas experiencias vividas desde la infancia, que nos han condicionado y hecho proclives a la mediocridad y al conformismo que evitan que nos sobrepongamos al fracaso; creando pretextos, excusas y justificaciones que nos impiden tratar nuevamente para lograr ser competentes. La Programación Neurolingüística (PNL) puede ser un instrumento poderoso para reprogramar nuevamente la mente e introducirle información acerca de todos los principios que rigen nuestra mala experiencia, para así desbloquear esas falsas creencias que se arraigaron y que no nos permiten tomar las acciones que desarrollen las competencias que deseamos. Esta labor es muy efectiva sobre todo si se desarrolla a través de un proceso sinérgico en el trinomio: educando-padres-maestros.

*Director de la Carrera de Ingeniería Mecánica, ITESM Campus Querétaro, jlortiz@itesm.mx

El valor de la educación



José Luis Ortiz*

La educación es más valiosa a largo plazo que el dinero. Los padres debemos invertir primero en educación, ya que en realidad, el único activo que tienen nuestros hijos es su mente. Es muy importante enseñar a nuestros hijos a trabajar para aprender, no para ganar dinero. Ellos deben buscar un trabajo de acuerdo a lo que aprenderán, más que de acuerdo con lo que ganarán. Es mejor vaciar nuestros bolsillos en nuestra mente, ya que más tarde nuestra mente llenará nuestros bolsillos. Aprender un poco acerca de mucho, debe ser el lema de la gente progresista de nuestro tiempo. Esta idea la expresaba José Apráiz Barreiro, ilustre catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Bilbao con la frase: “Un ingeniero debe ser aprendiz de todo y especialista en algo”. Mientras más especializado es uno, más atrapado y dependiente es de la especialidad. Hoy sabemos que debido a la globalización, las nuevas tecnologías y la alta competitividad, la persona promedio debe esperar desempeñarse por lo menos en siete áreas distintas a lo largo de su vida profesional.

El éxito, el dinero, y la fama no se persiguen, se atraen; son una consecuencia de nuestra actitud y nuestras acciones y éstas están determinadas por nuestra educación. Es indispensable asumir en una educación integral, que la parte más difícil al dirigir una empresa consiste en manejar al personal, en aprender a manejar hombres en situaciones difíciles. El liderazgo es algo que los jóvenes deben aprender, ya que si no se es un buen líder, la gente nos dará la puñalada trampera a la primera oportunidad que se le presente. Una habilidad del líder consiste en manejar y pagar bien a personas que son más inteligentes que él en algún área técnica. Una persona inteligente contrata a personas más inteligentes que ella. Sabemos que en el mundo actual, lo único constante es el cambio, por lo tanto, lo que cuenta no es lo que sabemos, porque frecuentemente lo que sabemos es obsoleto; lo que realmente importa es qué tan rápido se puede aprender. Una de las actitudes limitantes más poderosas que existen es el temor. Los jóvenes deben aprender a enfrentarse a esta actitud. En muchas ocasiones, aquello que tememos carece de bases y no es más que una mentira con apariencia de realidad. No obstante el miedo que sentimos es tal que nos puede paralizar. Hablar en público es un buen ejemplo de esto y que se encuentra a la cabeza de la lista de los mayores temores del ser humano, incluso por encima del miedo a la misma muerte; a tal grado que cuando se le pide a alguna persona de diga algunas palabras ante un auditorio llega a expresar: “me quiero morir”, o lo que es lo mismo: prefiere morirse antes que hablar. Comunicarse de forma efectiva, expresando con claridad y elocuencia lo que se piensa, en situaciones de negocios, con amigos, familiares, etc. es otro de los aprendizajes invaluables que nuestros estudiantes deben adquirir y desarrollar. De acuerdo con los siquiatras, el miedo a hablar en público es causado por el miedo a destacar, a la crítica, al ridículo y a ser expulsado. El miedo a ser diferente impide que muchas personas busquen nuevas formas de resolver sus problemas. El joven debe aprender a hacer lo que el corazón le dicte, ya que será criticado de cualquier forma. Lo criticarán si lo hace y lo criticarán si no lo hace.

La habilidad de comunicación efectiva es tal vez la más importante de todas, ya que una persona puede tener ideas brillantes, pero si no las puede expresar de manera efectiva, estará anulada. Se dice que un líder es 50% lo que piensa y 50% cómo lo expresa. Las habilidades de ventas y mercadotecnia son difíciles para la mayoría de la gente, principalmente por el miedo al rechazo. Puede haber genios, pero si no saben comunicarse efectivamente con otros seres humanos, obtendrán como resultado ingresos lamentables. Robert Kiyosaki, autor del Bestseller: Padre Rico, Padre Pobre, aconseja en su obra que los jóvenes pasen al menos un año de su vida aprendiendo cómo vender. Incluso si no ganan dinero, sus habilidades de comunicación mejorarán. Y esto no tiene precio.

*Director de la Carrera de Ing. Mecánica, ITESM Campus Querétaro, jlortiz@itesm.mx